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CAPÍTULO 10

Cuando un familiar enferma

Cuando un familiar enferma

1, 2. ¿Cómo intentó quebrantar Satanás la integridad de Job valiéndose de la tragedia y la enfermedad?

 JOB era un hombre que disfrutaba de una vida familiar feliz. La Biblia lo llama “el más grande de todos los orientales”. Tenía siete hijos y tres hijas, diez en total. También disponía de los medios para mantener holgadamente a su familia. Lo que es más importante, llevaba la delantera en las actividades espirituales y se preocupaba de que sus hijos tuvieran la aprobación de Jehová. Todo ello resultó en unos lazos familiares estrechos y felices. (Job 1:1-5.)

2 La situación de Job no pasó inadvertida a Satanás, el archienemigo de Jehová Dios. Satanás, que busca constantemente maneras de quebrantar la integridad de los siervos de Dios, atacó a Job arruinando a su feliz familia. Luego “hirió a Job con un divieso maligno desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza”. Así utilizó Satanás la tragedia y la enfermedad para quebrantar la integridad de Job. (Job 2:6, 7.)

3. ¿Cuáles eran los síntomas de la enfermedad de Job?

3 La Biblia no da el nombre médico de la enfermedad que padeció Job, aunque sí describe sus síntomas. Su carne se cubrió de cresas, se le formaron costras en la piel y esta se descompuso. Su aliento era repugnante y su cuerpo hedía. El dolor le carcomía. (Job 7:5; 19:17; 30:17, 30.) Job se sentaba sobre cenizas en su agonía, y se rascaba con un fragmento de vasija de barro. (Job 2:8.) ¡Qué lamentable escena!

4. ¿Por qué experiencia pasan todas las familias de vez en cuando?

4 ¿Cómo reaccionaría usted si se viera afligido por una grave enfermedad como aquella? Hoy, Satanás no ataca a los siervos de Dios con enfermedades, como hizo en el caso de Job. De todos modos, debido a la imperfección humana, las presiones de la vida cotidiana y el deterioro del medio ambiente, es de esperar que de vez en cuando algún familiar enferme. A pesar de las medidas preventivas que adoptemos, todos somos susceptibles de padecer enfermedades, aunque pocos suframos tanto como Job. Cuando la enfermedad invade nuestro hogar, puede constituir un verdadero reto. Veamos, pues, cómo nos ayuda la Biblia a enfrentarnos a este enemigo siempre presente de la humanidad. (Eclesiastés 9:11; 2 Timoteo 3:16.)

CÓMO DEBEMOS REACCIONAR

5. ¿Cómo suelen reaccionar los familiares ante una enfermedad temporal?

5 El trastorno del ritmo normal de la vida, no importa cuál sea la causa, siempre ocasiona dificultades, lo que es especialmente cierto si el motivo es una enfermedad prolongada. Incluso una enfermedad breve requiere cambios, concesiones y sacrificios. Es posible que los familiares sanos deban cuidarse de no hacer ruido para que el enfermo pueda descansar. Quizá tengan que renunciar a ciertas actividades. La realidad es que en la mayoría de las familias, hasta los niños se compadecen del hermano o el padre enfermo, aunque a veces haya que recordarles que tengan consideración. (Colosenses 3:12.) En el caso de las dolencias temporales, la familia normalmente está dispuesta a hacer lo que sea necesario. Además, cada familiar espera la misma consideración si él enferma. (Mateo 7:12.)

6. ¿Qué reacciones se ven a veces cuando un familiar sufre una enfermedad grave y prolongada?

6 ¿Qué ocurre, sin embargo, si la enfermedad es muy grave y el trastorno que causa es drástico y prolongado, como cuando un familiar sufre una parálisis, la enfermedad de Alzheimer o cualquier otra enfermedad degenerativa? Otro problema lo constituyen las enfermedades mentales, como la esquizofrenia. Normalmente, la reacción inicial en estos casos es sentir lástima, entristecerse porque un ser querido está sufriendo tanto. Sin embargo, al sentimiento de lástima pueden seguirle otras reacciones. Cuando los familiares empiezan a sentir los efectos en su vida, las limitaciones que impone a su libertad el enfermo, es posible que alguno se resienta y se pregunte: “¿Por qué tiene que sucederme esto a mí?”.

7. ¿Cómo reaccionó la esposa de Job ante su enfermedad, y qué olvidó al parecer?

7 Parece que la esposa de Job pensó de manera similar. Recordemos que ya había perdido a sus hijos. Sin duda, esta sucesión de tragedias la abatió cada vez más. Finalmente, cuando vio a su esposo, antes tan activo y enérgico, afligido por una enfermedad dolorosa y repugnante, parece que perdió de vista el factor fundamental que trascendía a todas las tragedias: la relación que ambos tenían con Dios. La Biblia dice: “Finalmente su esposa le dijo: ‘¿Todavía estás reteniendo firmemente tu integridad? ¡Maldice a Dios, y muere!’”. (Job 2:9.)

8. Cuando un familiar enferma de gravedad, ¿qué texto ayudará a los demás a conservar la actitud apropiada?

8 A muchos les frustra, e incluso les enoja, que la enfermedad de otra persona cambie radicalmente su vida. De todos modos, el cristiano que razona sobre la situación debe poder percibir que esta le ofrece la oportunidad de demostrar la autenticidad de su amor. El amor verdadero “es sufrido, bondadoso [...] [y] no busca sus propios intereses. [...] Todas las cosas las soporta, todas las cree, todas las espera, todas las aguanta”. (1 Corintios 13:4-7.) En vez de permitir que los sentimientos negativos nos dominen, debemos hacer todo lo posible por controlarlos. (Proverbios 3:21.)

9. ¿Qué garantías pueden ayudar espiritual y emocionalmente a la familia cuando un miembro enferma de gravedad?

9 ¿Qué puede hacerse para salvaguardar el bienestar espiritual y emocional de la familia que tiene a uno de sus miembros gravemente enfermo? Es comprensible que cada enfermedad requiera un cuidado y un tratamiento concretos, y no sería propio que esta publicación recomendara ningún tipo de atención médica ni cuidado doméstico en particular. Sin embargo, en sentido espiritual, Jehová “está levantando a todos los que están encorvados”. (Salmo 145:14.) El rey David escribió: “Feliz es cualquiera que obra con consideración para con el de condición humilde; en el día de calamidad Jehová le proveerá escape. Jehová mismo lo guardará y lo conservará vivo. [...] Jehová mismo lo sustentará sobre un diván de enfermedad”. (Salmo 41:1-3.) Jehová conserva vivos a sus siervos en sentido espiritual, incluso cuando se les somete a una prueba emocional que sobrepasa su capacidad de resistencia. (2 Corintios 4:7.) Muchas personas que han tenido que afrontar enfermedades graves en la familia se han hecho eco de las palabras del salmista: “He sido afligido en gran grado. Oh Jehová, consérvame vivo conforme a tu palabra”. (Salmo 119:107.)

ESPÍRITU CURATIVO

10, 11. a) ¿Qué factor es fundamental para que la familia afronte con éxito la enfermedad? b) ¿Cómo afrontó una mujer la enfermedad de su esposo?

10 “El espíritu de un hombre puede soportar su dolencia —dice un proverbio bíblico—; pero en cuanto al espíritu herido, ¿quién puede aguantarlo?” (Proverbios 18:14.) El trauma no solo puede afligir el “espíritu de un hombre”, sino también el de una familia. No obstante, “un corazón calmado es la vida del organismo de carne”. (Proverbios 14:30.) El que una familia supere las enfermedades, graves o no, depende en buena medida de la actitud de sus componentes, es decir, de su espíritu. (Compárese con Proverbios 17:22.)

11 Después de solo seis años de matrimonio, una cristiana tuvo que pasar por la prueba de ver a su esposo paralizado por una apoplejía. “Mi esposo perdió casi totalmente la facultad del habla, y era muy difícil conversar con él —recuerda—. El esfuerzo mental que tenía que hacer para comprender lo que quería decirme era inmenso.” Y no hay que pasar por alto la agonía y frustración que debió experimentar el marido. ¿Qué hizo esa pareja? Aunque vivía lejos de la congregación cristiana, la hermana hizo todo cuanto pudo por conservar su fortaleza espiritual y se mantuvo al día con toda la información más reciente de la organización, así como con el alimento espiritual que suministran periódicamente las revistas La Atalaya y ¡Despertad! Esto le dio la fortaleza espiritual que necesitaba para atender a su querido esposo hasta su muerte, cuatro años más tarde.

12. Como en el caso de Job, ¿qué aportación hace a veces el mismo enfermo?

12 En el caso de Job, fue él mismo, el afligido, quien se mantuvo fuerte. “¿Aceptaremos solamente lo que es bueno de parte del Dios verdadero, y no aceptaremos también lo que es malo?”, preguntó a su esposa. (Job 2:10.) No extraña que más tarde el discípulo Santiago citara a Job como un ejemplo sobresaliente de paciencia y aguante. En Santiago 5:11 leemos: “Ustedes han oído del aguante de Job y han visto el resultado que Jehová dio, que Jehová es muy tierno en cariño, y misericordioso”. De igual modo hoy, la disposición valerosa del enfermo ha ayudado en muchas ocasiones a otros familiares a mantener una actitud positiva.

13. ¿Qué comparación no debe hacer la familia que tiene a uno de sus miembros enfermo de gravedad?

13 La mayoría de quienes han tenido a familiares enfermos concuerdan en que es natural que al principio sea difícil aceptar los hechos. También señalan que es muy importante el modo de ver la situación. Los cambios y modificaciones en la rutina familiar pueden resultar difíciles al principio. Pero si nos esforzamos, podremos adaptarnos a la nueva situación. En el intento, es importante que no comparemos nuestras circunstancias con las de otras personas que no tienen familiares enfermos, pensando que su vida es más fácil y que nuestra situación no es justa. De hecho, nadie conoce en realidad las cargas que los demás tienen que sobrellevar. Las siguientes palabras de Jesús son un consuelo para todos los cristianos: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré”. (Mateo 11:28.)

ORDEN DE PRIORIDADES

14. ¿Qué prioridades deben establecerse?

14 Ante una enfermedad grave, la familia debe recordar estas palabras inspiradas: “En la multitud de consejeros hay logro”. (Proverbios 15:22.) Los componentes de la familia podrían reunirse y analizar la situación propiciada por la enfermedad. Sería muy apropiado hacerlo con oración y buscando la dirección de la Palabra de Dios. (Salmo 25:4.) ¿Qué debe tratarse en esa ocasión? Bien, deben tomarse decisiones relativas al tratamiento médico, el presupuesto y la familia. ¿Quién va a ser el primer responsable de cuidar al enfermo? ¿Cómo cooperará el resto de la familia? ¿Cómo afectarán a toda la familia los planes que se hagan? ¿Cómo se satisfarán las necesidades espirituales y de otra índole del familiar que atienda al enfermo?

15. ¿Qué apoyo da Jehová a las familias que pasan por una enfermedad grave?

15 Pedir a Jehová sinceramente su dirección, meditar en su Palabra y seguir con decisión el camino que la Biblia indica suele resultar en bendiciones que superan nuestras expectativas. Es posible que la enfermedad del familiar no remita. Pero apoyarse en Jehová siempre producirá los mejores resultados en cualquier situación. (Salmo 55:22.) El salmista escribió: “Tu propia bondad amorosa, oh Jehová, siguió sustentándome. Cuando mis pensamientos inquietantes llegaron a ser muchos dentro de mí, tus propias consolaciones empezaron a acariciar mi alma”. (Salmo 94:18, 19; véase también Salmo 63:6-8.)

CÓMO AYUDAR A LOS HIJOS

Los problemas pueden resolverse si la familia actúa unida

16, 17. ¿Qué puede explicarse a los hijos sobre la enfermedad de un hermano suyo?

16 Las enfermedades graves pueden generar problemas entre los hijos. Es importante que los padres los ayuden a entender las necesidades que han surgido y cómo pueden colaborar. Si quien enferma es un hijo, debe ayudarse a sus hermanos a comprender que la atención y el cuidado adicionales que el enfermo está recibiendo no significan que se le quiera más que a ellos. Los padres no deben permitir que se susciten resentimientos ni rivalidades, sino que deben ayudar a los demás hijos a estrechar su relación y afecto entre sí, a la vez que cooperan en solventar la situación causada por la enfermedad.

17 Los niños pequeños normalmente reaccionan mejor si los padres apelan a sus sentimientos que si les dan explicaciones largas o complicadas sobre la enfermedad, aunque se les puede dar una idea de la dolencia que aqueja al enfermo. Si los hijos sanos se dan cuenta de cómo la enfermedad impide al doliente hacer muchas de las cosas que para ellos no suponen ninguna dificultad, es más probable que aumente su “amor fraternal” y que sean “tiernamente compasivos”. (1 Pedro 3:8.)

18. ¿Cómo puede ayudarse a los hijos mayores a entender los problemas que causa la enfermedad, y cómo puede beneficiarlos esto?

18 A los hijos mayores se les debe ayudar a entender que existe una situación difícil que requiere el sacrificio de todos los miembros de la familia. Como hay que sufragar la atención médica y los medicamentos, es posible que los padres no puedan dar todo lo que deseen a los demás hijos. ¿Se resentirán estos y pensarán que se les está privando de lo que les corresponde? ¿O entenderán la situación y estarán dispuestos a hacer los sacrificios necesarios? Mucho depende de cómo se trate el asunto y del espíritu que se genere en la familia. De hecho, en muchas familias la enfermedad de uno de sus componentes ha permitido a los padres educar a sus hijos en la línea del consejo paulino: “No haciendo nada movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo, sino considerando con humildad mental que los demás son superiores a ustedes, no vigilando con interés personal solo sus propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás”. (Filipenses 2:3, 4.)

CÓMO DEBE CONSIDERARSE EL TRATAMIENTO MÉDICO

19, 20. a) ¿Qué responsabilidad tiene el cabeza cuando un familiar enferma? b) Aunque la Biblia no es un libro de medicina, ¿qué directrices ofrece para afrontar la enfermedad?

19 Los cristianos equilibrados no objetan al tratamiento médico en tanto este no contravenga la ley divina. Cuando un familiar enferma, buscan rápidamente la ayuda necesaria para aliviar su dolencia. Es posible que haya que sopesar opiniones médicas opuestas. Además, en los últimos años se han presentado nuevos trastornos y enfermedades, para muchos de los cuales no hay ningún tratamiento generalmente aceptado. A veces incluso es difícil obtener un diagnóstico exacto. ¿Qué debe hacer el cristiano en esos casos?

20 Aunque uno de los escritores bíblicos era médico y el apóstol Pablo ofreció consejo médico útil a su amigo Timoteo, las Escrituras son una guía moral y espiritual, no un tratado de medicina. (Colosenses 4:14; 1 Timoteo 5:23.) De modo que en cuestión de tratamiento médico, el cabeza de familia cristiano debe tomar su propia decisión equilibrada. Puede que desee contrastar opiniones médicas. (Compárese con Proverbios 18:17.) Sin duda desea la mejor ayuda disponible para el familiar enfermo, que la mayoría procura en la medicina convencional. Otros se sienten más cómodos con terapias alternativas. Aquí también entra la decisión personal. Sin embargo, al afrontar problemas de salud, los cristianos siguen permitiendo que ‘la palabra de Dios sea una lámpara para su pie y una luz para su vereda’. (Salmo 119:105.) Siguen observando las directrices expuestas en la Biblia. (Isaías 55:8, 9.) Por ello, evitan cualquier técnica de diagnóstico que tenga visos de espiritismo y también tratamientos que violen los principios bíblicos. (Salmo 36:9; Hechos 15:28, 29; Revelación 21:8.)

21, 22. ¿Cómo razonó una joven asiática sobre un principio bíblico, y cómo la benefició su decisión?

21 Este fue el caso de una joven asiática. Poco después de empezar a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová, dio a luz prematuramente a una niña que pesaba solo 1.470 gramos. Se angustió cuando un médico le dijo que la niña sería retrasada mental y nunca aprendería a andar. El doctor le aconsejó que entregara a su hija a una institución. Su esposo tenía dudas en cuanto a qué hacer. ¿A quién podía recurrir?

22 Ella cuenta: “Recuerdo haber aprendido en la Biblia que ‘los hijos son una herencia de parte de Jehová; el fruto del vientre es un galardón’”. (Salmo 127:3.) De modo que decidió llevarse esa “herencia” a casa y cuidarla. Al principio, la tarea se le hizo difícil, pero con la ayuda de los amigos cristianos de la congregación local de los testigos de Jehová, la mujer logró salir adelante y dar a su hija la ayuda especial que requería. Doce años más tarde, la niña asistía a las reuniones del Salón del Reino y disfrutaba de la compañía de los demás jóvenes. La madre comenta: “Estoy muy agradecida de que los principios bíblicos me impulsaran a hacer lo que debía. La Biblia me ayudó a mantener una conciencia limpia ante Jehová Dios y a no lamentar el resto de mi vida una mala decisión”.

23. ¿Qué consuelo da la Biblia a los enfermos y a aquellos que los atienden?

23 Las enfermedades no estarán siempre con nosotros. El profeta Isaías habló del tiempo en el que “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’”. (Isaías 33:24.) Esa promesa se cumplirá en el nuevo mundo que se acerca. Sin embargo, hasta que ese mundo llegue, tenemos que enfrentarnos a la enfermedad y a la muerte. Felizmente, la palabra de Dios nos da la ayuda y la dirección que necesitamos. Las normas de conducta básicas que suministra la Biblia son intemporales y trascienden las opiniones en constante cambio de los seres humanos imperfectos. En consecuencia, la persona sensata concuerda con lo que escribió el salmista: “La ley de Jehová es perfecta, hace volver el alma. El recordatorio de Jehová es fidedigno, hace sabio al inexperto. [...] Las decisiones judiciales de Jehová son verdaderas; han resultado del todo justas [...]; en guardarlas hay un galardón grande”. (Salmo 19:7, 9, 11.)