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¿Importa lo que uno crea?

¿Importa lo que uno crea?

¿Cree usted que la vida tiene un propósito? El evolucionista William B. Provine dice: “Lo que hemos aprendido sobre el proceso evolutivo tiene enormes implicaciones para nosotros, pues influye en nuestra noción del sentido de la vida”. ¿Y a qué conclusión llega? “No le encuentro un sentido cósmico ni último a la vida humana.”32

Evaluemos el significado de esas palabras. Si, en efecto, la vida no tiene un sentido último, nuestra existencia no tendría otro fin que el de tratar de hacer algún bien y quizás transmitir nuestros genes a la siguiente generación. Al morir, dejaríamos de existir para siempre. Nuestro cerebro, con su capacidad para pensar, razonar y meditar en el sentido de la vida, sería un simple accidente de la naturaleza.

Y eso no es todo. Muchos partidarios del evolucionismo aseguran que Dios no existe o que no intervendrá en los asuntos humanos. En cualquier caso, nuestro futuro quedaría en manos de los líderes políticos, intelectuales y religiosos del mundo. Y a juzgar por la manera como estos han obrado en el pasado, el caos, los conflictos y la corrupción seguirían plagando a la humanidad. Si la evolución es una realidad, estamos más que justificados para regirnos por el lema fatalista que dice: “Comamos y bebamos, porque mañana hemos de morir” (1 Corintios 15:32).

La Biblia, por su parte, enseña que “la fuente de la vida” está con Dios (Salmo 36:9). Estas palabras conllevan profundas repercusiones.

Si lo que la Biblia dice es cierto, quiere decir que la vida sí tiene sentido. Amorosamente, nuestro Creador se ha propuesto bendecir a todo aquel que opte por vivir de acuerdo con Su voluntad (Eclesiastés 12:13). Su propósito incluye la promesa de vida en un mundo libre de caos, conflictos y corrupción... libre incluso de la muerte (Salmo 37:10, 11; Isaías 25:6-8).

Millones de personas por todo el globo terráqueo dan fe de que nada aporta tanto sentido a la vida como aprender acerca de Dios y obedecerlo (Juan 17:3). Estas personas no se alimentan de fantasías. Las pruebas son contundentes: la vida es obra de un Creador.