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Mito 6: Está bien usar imágenes para adorar a Dios

Mito 6: Está bien usar imágenes para adorar a Dios

¿Cómo se creó el mito?

“Los primeros cristianos no usaban imágenes para adorar a Dios [...]. La Iglesia justificó la admisión de imágenes durante los siglos IV y V argumentando que la gente inculta aprendería las enseñanzas del cristianismo más fácilmente con imágenes que con sermones o libros.” (Cyclopedia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature, de McClintock y Strong.)

¿Qué dice la Biblia?

“No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores.” (Éxodo 20:4, 5, Nueva Versión Internacional.) Y en el siglo I, el apóstol Juan exhortó a los cristianos: “Hijitos, guárdense de los ídolos” (1 Juan 5:21).

Muchas religiones afirman que las imágenes no son ídolos, sino un medio para acercarse y honrar a la persona a la que representan. Pero ¿es eso cierto? De acuerdo con una enciclopedia, “es posible que, al principio, las imágenes tuvieran fines principalmente didácticos y decorativos; al menos, así era como se justificaba su uso. Sin embargo, pronto resultó evidente que se habían convertido en objeto de veneración. Esto es especialmente cierto en el caso de los iconos de la Iglesia Ortodoxa Oriental, donde llegaron a ser parte principal del culto” (The Encyclopedia of Religion). Ahora bien, ¿tienen algún valor esas imágenes? No, pues el profeta Isaías dijo: “¿A quién, pues, compararéis a Dios y a qué imagen haréis que se le asemeje?” (Isaías 40:18, Nácar-Colunga, 1972).

Examine estos versículos: Isaías 44:13-19; Hechos 10:25, 26; 17:29; 2 Corintios 5:7.

LA VERDAD:

Dios no aprueba que usemos imágenes para adorarlo.

¿ESCOGERÁ USTED LOS MITOS, O LA VERDAD?

Del breve análisis que hemos realizado podemos extraer una importante conclusión: los “mitos elaborados artificialmente” que enseñan muchas iglesias no pueden rivalizar con las claras verdades de la Biblia, que tanta paz nos traen (2 Pedro 1:16, Cantera-Iglesias).

Así pues, lo animamos a reflexionar en lo que le han enseñado y a compararlo con la verdad de la Palabra de Dios (Juan 17:17). Entonces verá cumplirse esta promesa bíblica: “Conocerán la verdad, y la verdad los libertará” (Juan 8:32).