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 TEMA DE PORTADA | ¿REALMENTE NECESITAMOS A DIOS?

¿Por qué hay que preguntarlo?

¿Por qué hay que preguntarlo?

“¿Le va bien sin Dios? A millones de personas sí.” Este mensaje apareció en un cartel publicitario patrocinado por una agrupación de ateos. Está claro que para ellos, Dios ni existe ni hace falta.

Por otro lado, hay mucha gente que dice creer en Dios pero actúa como si no existiera. Salvatore Fisichella, arzobispo católico, dijo lo siguiente sobre los miembros de su religión: “Quien nos viera, difícilmente diría que somos cristianos, pues vivimos igual que los no creyentes”.

Algunos están tan ocupados que no tienen tiempo para pensar en Dios. Les parece que está demasiado lejos como para formar parte de sus vidas. Si acaso, lo buscan en momentos de necesidad; lo ven casi como un sirviente que estuviera a su entera disposición.

Otros no creen que las doctrinas religiosas sirvan de mucho o no ponen en práctica lo que les enseña su iglesia. Por ejemplo, el 76% de los católicos alemanes no ven nada de malo en que un hombre y una mujer vivan juntos sin casarse, costumbre que va en contra de los principios de su iglesia y de la Biblia (1 Corintios 6:18; Hebreos 13:4). Sobra decir que los católicos no son los únicos que observan una gran diferencia entre lo que sus compañeros aprenden y lo que hacen. Los dirigentes de otras religiones también se lamentan al ver que sus feligreses “son [ateos] en la práctica”.

Lógicamente, surge la siguiente pregunta: ¿de verdad necesitamos a Dios? Esta pregunta no es nueva, ni mucho menos. La primera vez que surgió fue al principio de la historia. A fin de descubrir la respuesta, analicemos una serie de cuestiones que se tratan en el libro bíblico de Génesis.